Contiene: La antropología creció en tierras lejanas y poblados remotos. Su habitat fue siempre la diversidad de sociedades y culturas, pero aquellos tiempos parecen haberse difuminado. ¿Cómo puede pensarse el discurso antropológico cuando el mundo en que vivimos es cáda vez más un mundo?. Clifford Geertz discute los términos de esta pregunta y defiende un relativismo moderado, que no concluye ni en un esceptisismo de la comprensión ni en un pirronismo moral que imposibilitará la crítica intercultural. En la estela del particularismo americano y de la antropología interpretativa, Geertz polemiza con nuevas formas de etnocentrismo, en una época donde las sociedades de referencia de los antropólogos se han convertido en una suerte de collages culturales. En definitiva, lo que aquí se discute es la dimensión inevitablemente moral en que se desborda cualquier reflexión epistemológica sobre la antropología postcolonial.

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